Crecer sin padres es un desafío que la mayoría de nosotros no podemos imaginar. Muchas veces lo damos por hecho, pero el apoyo incondicional de la propia familia es absolutamente único y da a los niños y adolescentes la fuerza que necesitan para crecer. Este amor extraordinario no puede ser reemplazado, sin embargo, el gobierno alemán está relativamente comprometido con su responsabilidad por los huérfanos y proporciona dormitorios, padres adoptivos y pensiones de orfandad.

En Kirguistán, el apoyo del gobierno está mucho más limitado: aunque hay 39 orfanatos en Kirguistán, la atención que brindan a menudo se limita a la satisfacción de las necesidades básicas; y sobre todo, este apoyo termina cuando los huérfanos cumplen 16 años, en algunos casos 18 años. El hecho de que el sistema no funciona queda claro al observar un número impactante: el 65% de los jóvenes huérfanos terminan en prisión después de dejar el orfanato. Además de la baja tasa de empleo en Kirguistán, las razones de la alta tasa de criminalidad son una educación muy básica y, sobre todo, una falta de visión sobre cómo generar ingresos para ellos mismos y para los demás. Una forma de romper este círculo vicioso es el espíritu empresarial: ¡el Campamento de puesta en marcha de huérfanos permite que los huérfanos adolescentes se conviertan en empresarios!